Salon de clases numero 6

...Y entonces moriremos en una espera horrible y decepcionante, y nos obligarán a trabajar vendiendo verduras en la feria. ;_;

Elevé ambas manos y las llevé a mi cabeza, para luego deteneme cuando volví a escuchar a la niña hablarme. Recordé que mi mochila estaba llena de proviciones por lo que la saqué de mi espalda y la dejé sobre mis piernas, moviendo el cierre a un costado para así abrirla y sacar un pastel envuelto en esos mismos paquetes que todos traían: una cajita con un colorido mantel envolviéndolo. Lo extendió.

Toma, aquí hay otro si quieres...

Una curiosa pregunta salió de sus labios, en realidad no lo era tanto, era de lo más normal preguntar primero el nombre cuando conocía a alguien, no comprendía el por qué no lo había hecho antes.

Uhm, Uchiha A~zu~sa. ¿Y el tuyo cual es?

Me quedo callada tan sólo observando como la niña recibía y comía feliz el pastel que le regalaba, era la única que aceptaba de tan buena manera mis regalos en comparación a las demás... y no, no quería recordar el incidente de Shana y la espada contra el supuesto pastel envenenado. Extiende su mano a la par que ella lo hace, sujetándola y moviéndola de arriba hacia abajo.

¡Un gusto, Kagura! Igual espero que nos llevemos bien.

De pronto veo que más gente entra a la sala, la espera había sido bastante larga y en eso escucho mi nombre proveniente de Maleny. Levanto mi mano.

Aquí estoooy ~!

Una voz familiar parece hacer el mismo trabajo que una fuerte alarma de reloj puesto que había terminado por despertarme de un profundo sueño a la espera de aquellos alumnos que jamás pensaron en aparecer. Abrí los ojos lentamente y di un largo bostezo a la par extendía ambos brazos hacia el cielo raso, estirándome. Me encontraba sentada recargada en la pared, desde ahí observé a Azusa quien aún con su compañera no se marchaban ¿Que habría ocurrido con su sensei...? Luego mi vista divisó nuevas figuras y entre ellas, una que claramente no podría pasar desapercibida. Me quedé en un extraño silencio, la verdad, no sabía bien como reaccionar ante ello. No quería que su cabeza le diera más alucinaciones, había tenido suficiente a lo largo de los doce años transcurridos en cada noche de sueño.

—Cer...vaz...

Me levanté de golpe sin siquiera arreglar mis ropas las cuales habían quedado arrugadas por haberme sentado sobre ellas sin siquiera acomodarlas. Dejé ambas manos a los costados y apreté con fuerza mis puños, sin despegar mi mirada de él.

—...¿Quién demonios eres?

Le escuché y fruncí el ceño, aun apretando mis puños y negando con todas mis fuerzas dentro de mí el creer cada palabra que salía de su boca. Bajé la mirada por unos instantes.

—E-eso es mentira... ¡Cervaz está muerto!

Grité, abriéndome paso y tomando a Azusa para luego huir con ella, saliendo del salón.

Veo a mi mamá exclamar algo aturdida, no comprendía bien qué era lo que ocurría, la cara de aquel sujeto se me hacía sumamente familiar pero no lograba distiguirla. Me desesperaba el no saber qué ocurría, me levanté de golpe observándola, quise hablar pero no pude, sentía que sólo interrumpiría.

Mamá...

De pronto gritó el nombre de mi papá ¿Por qué...? No alcancé a reaccionar cuando ella me tomó e hizo que ambas salieramos de aquel sitio, dejando a los demás ahí sin previo aviso.

¿Qué ocurre?

Llego nuevamente al salón y me dirijo a la mesa de un rincón, donde había dejado con anterioridad la pauta de mis alumnos, la tomo y me siento sobre el amueblado, esperando encontrar ahora a mis alumnos. Dejo la hoja sobre mis piernas y me cruzo de brazos, afirmándome en la pared.

—Ah... me harán esperar toda la vida.